El Senador Galaverna tiene razón, pero está equivocado
La semana pasada, se cumplió con el rito anual de renovación de la Mesa Directiva del Senado. Una práctica que se ha adoptado en nuestro país, luego de la instauración del régimen democrático de libertades, con el propósito de ahuyentar el fantasma del vitaliciado en los cargos públicos.-
El clima que precede a la elección, es de intensas negociaciones entre los sectores que integran el Senado, pues del cargo adquiere la importancia adicional que representa la titularidad de uno de los tres Poderes del Estado.-
En esta oportunidad, inmediatamente después de la elección del Senador Blas Llano como Presidente del Congreso, comenzó a tomar cuerpo el propósito de someter a Juicio Político a los Miembros de la Corte Suprema de Justicia, lo cual sugiere que el punto habría sido uno de los temas que formaron parte de los acuerdos que condujeron a la elección de aquel. La razón enunciada, es la misma que se ha proclamado en oportunidades anteriores: El propósito de mejorar el servicio de justicia del Estado.-
Esta misma razón ya ha sido esgrimida en el pasado, y por distintos caminos se ha logrado la modificación del más alto Trib5unal, pero los resultados siempre han sido iguales.-
La Administración de Justicia no cambió. Apenas cambiaron los Miembros
de la Corte Suprema, pero los problemas persistieron, los vicios se
reprodujeron, y en algunos aspectos se agravaron. Es decir, los cambios no
fueron otra cosa que más de lo mismo.-
Hace catorce años estamos dando vueltas sobre el mismo tema, sin encontrar la solución definitiva de un problema que impacta directamente sobre toda la sociedad, y sobre la calidad Institucional de la República. Es hora que dejemos de discutir las cualidades profesionales o morales de los integrantes el Poder Judicial, para detenernos a analizar el problema estructural que enfrentamos, para buscar una solución duradera que permita contar con una Administración de Justicia eficiente, honesta y transparente.-
El Senador Juan Carlos Galaverna recordó ante los medios de prensa que desde la campaña del expresidente Fernando Lugo, en 2008, y del presidente Horacio Cartes, en 2013, se prometió hacer algo con respecto a la “insatisfacción ciudadana” en lo que respecta a la gestión judicial, al anunciar el cambio de Ministros de la Corte Suprema de Justicia.-
Es cierto lo afirmado por el parlamentario, hay una profunda insatisfacción ciudadana que observa y en muchos casos sufre las consecuencias directas de un sistema judicial altamente ineficiente, golpeado gravemente por escándalos de corrupción y como si fuera poco, integrado por clanes familiares, de amigos, y correligionarios.-
Pero, donde se equivoca el parlamentario en el diagnóstico, es en la causa real de la insatisfacción. Ella se origina en la estructura misma de un sistema que sigue las tradiciones de la Monarquía medieval y hace que la función de impartir justicia no haya sido trasformada a los tiempos y exigencias actuales.-
“Ningún hombre libre será arrestado, o detenido en prisión o desposeído de sus bienes, proscrito o desterrado, o molestado de alguna manera; y no dispondremos sobre él, ni lo pondremos en prisión, sino por el juicio legal de sus pares, o por la ley del país.”, decía la Carta Magna firmada por Juan (sin tierra) Rey de Inglaterra, el 15 de junio de 1215, como fundamento de lo que se diseñaba como el Juicio por Jurados en el sistema judicial anglosajón.-
Hace poco menos que ochocientos años, se sentaban las bases de un sistema judicial participativo, mediante el cual la sociedad intervenía directamente en la administración de justicia, decidiendo la suerte (derechos, obligaciones y castigos) de sus integrantes. Reconociendo que la soberanía, inclusive la judicial, reside en el pueblo, sentando sobre bases sólidas el régimen judicial Republicano.-
Este camino ya lo transitamos en el Paraguay, desde la Constitución Republicana de 1870, hasta la Constitución de corte netamente autoritaria, impuesta por Decreto en 1940, y los resultados están a la vista.-
No tiene sentido persistir en el error, cuando es previsible que el resultado siempre sea el mismo. Debemos buscar otras fórmulas y para ello no es necesario “inventar” soluciones, sino simplemente fijar nuestras miradas en otros sistemas judiciales que, a pesar de sus deficiencias (porque no hay sistema perfecto), en gran medida satisface a la ciudadanía y sobre todo cumple satisfactoriamente con los principios del sistema republicano.-
Es por ello que afirmamos, que el Senador Galaverna tiene razón en el diagnóstico, pero se equivoca en la solución propuesta.-
jorge ruben vasconsellos